Decidí que este año viajaría más, que festejaría, bailaría, cantaría y disfrutaría más. El año pasado se me fue en trabajar y estar demasiado cansada como para hacer cosas divertidas, comencé a creer que estaba desperdiciando mis años de ser fabulosa y soltera.
Así que este mes, me fui a Las Vegas. El viaje se organizo en honor a mi amiga Elizabeth, quien está a punto de casarse y organizo la despedida de soltera ahí (aprovecho este tema para comentar que son DEMASIADAS las amistades que este año se casan, ya BASTA!!).
Me anime a ir casi inmediatamente, era la oportunidad de viajar por última vez (soltera) con mi amiga, de conocer Las Vegas y de cumplir con la meta del viaje mensual. Pronta y veloz comencé a navegar en el ciberespacio de los viajeros para conseguir una buena tarifa y comprar el boleto (antes de que cualquier otra cosa lo impidiera).
Se llego la fecha del viaje y nos fuimos mi ánimo, mi maletota y yo. Acompañamos a la Bride to be 5 amigas. A excepción de una, todas nos conocíamos, pero no somos amigas entre nosotras como de ella; fue una experiencia interesante convivir en un viaje con alguien con quien nunca has convivido.
No me llamaba la atención conocer Las Vegas hasta hace un año yo creo. Hubo una ocasión en que mi amigo el Abuelo quiso organizar un viaje, pero yo era aún menor de 21 años y no podía entrar a los casinos, no me traía chiste. Después ya nunca se organizo el viaje y yo la verdad he tenido mi mirada puesta en Disney desde hace algunos años (ñoñamente como soy) pero es tanta la publicidad de la ciudad del pecado, que la verdad me llamo la atención descubrir si era cierto.
Llegamos con actitud turista y comenzamos a pasear, tomar fotos, conocer lugares nuevos (ósea todo) y disfrutar. Me fije en la calle, que los turistas que visitan Las Vegas, son casi pura gente joven (entre 18 y 35), muy poco adulto, en los casinos casi lo mismo, pero con los agradables viejitos que se ve ya tienen experiencia en las maquinitas.
Transcurrieron los 4 días entre conocer, caminar, comer y dormir lo menos. Por las noches nos arreglábamos como las Divas que somos y salíamos a conquistar la ciudad. Es increíble la actitud que te inyectan las luces de neón, nadie camina agachado ni sintiéndose inseguro. La mayoría de la gente anda vestida para matar (o pa que lo arresten de "Fashion Police" también claro), pero nadie se ve mal o fuera de lugar, la ciudad te da seguridad.
Llegas al antro, le sonríes al cadenero y al cantinero, tomas tus tragos y comienzas a recorrer el lugar, tanteas el terrero y te dejas llevar por la música; bailas, brincas, gritas. Intercambias miradas con algún extraño, que al cabo de un rato te toma de la mano sin más y ya estas bailando con él, pero no te puedes descuidar porque si no ya está dándote un beso.
Es definitivamente una ciudad de excesos, el sol es el primero que llega desbordado, luego la comida, el derroche de dinero, la lujuria y el desmadre. Hay que ir con actitud de fiesta y con una buena dosis de prudencia para no caer en esos excesos. No falto la que se pusiera bien borracha, la pelea de amigas (que muchas veces hace falta para desahogarse y poder quererse mas), la perdida que nadie ubicaba, la que bailo con todos, la que beso a todos, la que perdió un zapato y un arete, la que disfruto a mares.
También es un buen lugar para la camadería, las amistades se conocen y se prueban. Se dan sorpresas interesantes en las calles o en las maquinas de colores, la gente se saluda y se sonríe sin complejos, los extraños se seducen con sonrisas, bebidas, cicatrices y hasta desayunos.
Yo sigo en recuperación de estos 4 días de excesos, estoy comenzando un programa tipo de “desintoxicación” de tanta comida y cosa que le mete innecesariamente uno al cuerpo (alcohol, azúcar, carne, cafeína y harinas básicamente). Así que estos próximos 21 días estaré recordando mis días en Las Vegas, claro porque me traje los recuerdos… no todo se podía quedar allá.
Así que este mes, me fui a Las Vegas. El viaje se organizo en honor a mi amiga Elizabeth, quien está a punto de casarse y organizo la despedida de soltera ahí (aprovecho este tema para comentar que son DEMASIADAS las amistades que este año se casan, ya BASTA!!).
Me anime a ir casi inmediatamente, era la oportunidad de viajar por última vez (soltera) con mi amiga, de conocer Las Vegas y de cumplir con la meta del viaje mensual. Pronta y veloz comencé a navegar en el ciberespacio de los viajeros para conseguir una buena tarifa y comprar el boleto (antes de que cualquier otra cosa lo impidiera).
Se llego la fecha del viaje y nos fuimos mi ánimo, mi maletota y yo. Acompañamos a la Bride to be 5 amigas. A excepción de una, todas nos conocíamos, pero no somos amigas entre nosotras como de ella; fue una experiencia interesante convivir en un viaje con alguien con quien nunca has convivido.
No me llamaba la atención conocer Las Vegas hasta hace un año yo creo. Hubo una ocasión en que mi amigo el Abuelo quiso organizar un viaje, pero yo era aún menor de 21 años y no podía entrar a los casinos, no me traía chiste. Después ya nunca se organizo el viaje y yo la verdad he tenido mi mirada puesta en Disney desde hace algunos años (ñoñamente como soy) pero es tanta la publicidad de la ciudad del pecado, que la verdad me llamo la atención descubrir si era cierto.
Llegamos con actitud turista y comenzamos a pasear, tomar fotos, conocer lugares nuevos (ósea todo) y disfrutar. Me fije en la calle, que los turistas que visitan Las Vegas, son casi pura gente joven (entre 18 y 35), muy poco adulto, en los casinos casi lo mismo, pero con los agradables viejitos que se ve ya tienen experiencia en las maquinitas.
Transcurrieron los 4 días entre conocer, caminar, comer y dormir lo menos. Por las noches nos arreglábamos como las Divas que somos y salíamos a conquistar la ciudad. Es increíble la actitud que te inyectan las luces de neón, nadie camina agachado ni sintiéndose inseguro. La mayoría de la gente anda vestida para matar (o pa que lo arresten de "Fashion Police" también claro), pero nadie se ve mal o fuera de lugar, la ciudad te da seguridad.
Llegas al antro, le sonríes al cadenero y al cantinero, tomas tus tragos y comienzas a recorrer el lugar, tanteas el terrero y te dejas llevar por la música; bailas, brincas, gritas. Intercambias miradas con algún extraño, que al cabo de un rato te toma de la mano sin más y ya estas bailando con él, pero no te puedes descuidar porque si no ya está dándote un beso.
Es definitivamente una ciudad de excesos, el sol es el primero que llega desbordado, luego la comida, el derroche de dinero, la lujuria y el desmadre. Hay que ir con actitud de fiesta y con una buena dosis de prudencia para no caer en esos excesos. No falto la que se pusiera bien borracha, la pelea de amigas (que muchas veces hace falta para desahogarse y poder quererse mas), la perdida que nadie ubicaba, la que bailo con todos, la que beso a todos, la que perdió un zapato y un arete, la que disfruto a mares.
También es un buen lugar para la camadería, las amistades se conocen y se prueban. Se dan sorpresas interesantes en las calles o en las maquinas de colores, la gente se saluda y se sonríe sin complejos, los extraños se seducen con sonrisas, bebidas, cicatrices y hasta desayunos.
Yo sigo en recuperación de estos 4 días de excesos, estoy comenzando un programa tipo de “desintoxicación” de tanta comida y cosa que le mete innecesariamente uno al cuerpo (alcohol, azúcar, carne, cafeína y harinas básicamente). Así que estos próximos 21 días estaré recordando mis días en Las Vegas, claro porque me traje los recuerdos… no todo se podía quedar allá.

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